El Debate sobre la Eutanasia en Uruguay: Una Cuestión de Dignidad, Lenguaje y Protección de la Vida
El Parlamento uruguayo se encuentra ante una de las decisiones más trascendentes: la aprobación de un proyecto de ley que, bajo el título de «muerte digna», busca regular una práctica que la diputada Nicolle Salle, en su vehemente intervención, insiste en nombrar como eutanasia. Su discurso, cargado de argumentos éticos, jurídicos y filosóficos, interpela el corazón de los principios que, según ella, sostienen la sociedad y el Estado de Derecho.
La Dignidad como Valor Intrínseco: Un Pilar Innegociable El núcleo de la postura de la diputada Salle radica en la concepción de la dignidad humana. Para ella, la dignidad no depende de la autonomía, la utilidad o la salud de una persona, sino de su sola condición de ser humano, un valor intrínseco e incondicional. Sostener que alguien puede elegir el momento de su muerte, en su esencia, no reconoce este valor fundamental, y por tanto, se convierte en el acto más radicalmente opuesto a la dignidad humana. Morir dignamente, argumenta, no significa elegir cuándo morir, sino ser valorado y acompañado hasta el último instante de la vida. Legalizar la eutanasia, implica aceptar que existen vidas de menor valor, lo que erosiona el principio básico de igualdad que sustenta todo estado de derecho.
«Muerte Digna» vs. Eutanasia: Una Manipulación Semántica Uno de los puntos más críticos señalados por la diputada es la ambigüedad y la elección del título del proyecto. Para ella, nombrar la iniciativa como «muerte digna» es una «manipulación semántica» que confunde a la ciudadanía y distorsiona el debate. Este título, al revestir una práctica como la eutanasia con un «valor positivo universal como la dignidad», genera confusión con otras prácticas ya previstas en la legislación, como el rechazo a la obstinación terapéutica o la sedación paliativa. La claridad, en su opinión, es fundamental: el proyecto debería llamarse «ley de eutanasia».
Además, este eufemismo tiene un «impacto simbólico preocupante», ya que puede generar en personas mayores, enfermas o con discapacidad la percepción de que prolongar su vida es una carga y es indigno. Una sociedad justa, enfatiza, debe comprometerse a eliminar el sufrimiento, no a la persona que sufre.
Autonomía Condicionada y la Protección del Vulnerable: El debate sobre la eutanasia se presenta a menudo como una cuestión de libertad individual. Sin embargo, la diputada Salle lo califica de «incompleto y engañoso». No es lo mismo rechazar un tratamiento que prolongue artificialmente la vida, que pedirle a un tercero que provoque la muerte. La autonomía humana está siempre condicionada por el contexto social, económico y emocional, especialmente en quienes sufren enfermedades graves o dependencia. Quienes enfrentan dolor, soledad o precariedad pueden sentirse presionados a creer que su muerte aliviará a otros, poniendo en duda que la decisión sea completamente libre. Por ello, argumenta que, bajo el discurso de la autodeterminación, se deja sin protección jurídica a quienes más necesitan ser protegidos.
El Rol del Estado y la Ética Médica: La diputada subraya que un estado democrático no puede convertirse en el ejecutor de una decisión que niega el valor absoluto de la vida. La Constitución uruguaya, así como la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia, reconocen la protección de la vida como de orden público y no admiten su restricción. La renuncia individual a este derecho no elimina el deber social de proteger.
Critica que el proyecto pretenda derogar el artículo 46 del Código de Ética Médica, que prohíbe cualquier medio para anticipar la muerte. Esto no sería solo un cambio legal, sino una «ruptura ética» que despoja a la medicina de su principio fundacional de «no dañar», transformando al médico de protector a ejecutor.
Cuidados Paliativos: La Alternativa Ignorada: Un argumento central de la diputada es que, mientras los promotores de la eutanasia afirman que puede coexistir con los cuidados paliativos, en la práctica sus finalidades son opuestas. Los cuidados paliativos buscan aliviar el dolor sin eliminar a la persona, mientras que la eutanasia elimina a la persona para poner fin al sufrimiento. Considera que presentar como única alternativa el dolor insoportable o la muerte es falso cuando existen cuidados paliativos eficaces, reconocidos como un derecho.
La diputada destaca que en Uruguay los cuidados paliativos son un derecho reconocido pero «no plenamente garantizado». La mayoría de los equipos especializados se concentran en Montevideo, dejando gran parte del interior sin acceso. Ante esto, sostiene que hablar de «muerte digna» sin fortalecer primero este sistema es «aceptar que algunos mueren en el abandono» y condenarlos a una elección que equivale a «sacarle una confesión a alguien bajo tortura». El deseo anticipado de morir, según estudios, es tratable y reversible en un 95% de los casos con atención integral.
La «Pendiente Resbaladiza» no es un Mito: La historia de la legislación en otros países muestra una «tendencia clara» de la «pendiente resbaladiza». En países como Canadá, Países Bajos y Bélgica, los casos de eutanasia han aumentado significativamente, extendiéndose más allá de las intenciones iniciales. Se han dado casos de personas con discapacidad que solicitan morir por no poder pagar el alquiler o por miedo a quedar sin vivienda en Canadá, o casos de eutanasia para niños de todos los grupos etarios y para personas con autismo o depresión en Países Bajos y Bélgica. Esto demuestra que la falta de precisión del proyecto uruguayo, al basarse en conceptos subjetivos como el «sufrimiento insoportable» o incluir a personas con patologías irreversibles no terminales, convierte la ley en un «terreno fértil» para que los límites iniciales se diluyan.
Un Trasfondo Económico y Utilitarista: La diputada advierte sobre un trasfondo económico y utilitarista. Cita al FMI y a políticos que han sugerido que los ancianos deberían morir antes para no ser una carga. Argumenta que la eutanasia podría transformarse en una «respuesta eficiente» para quienes el sistema percibe como improductivos: ancianos, enfermos crónicos o personas con discapacidad.
Reflexión Final: ¿Matar para Aliviar o Cuidar para Dignificar? La diputada Nicolle Salle cierra su intervención con una reflexión filosófica, aclarando que su postura no proviene de prejuicios religiosos, sino de la razón. Invita a la prudencia, citando estudios sobre experiencias cercanas a la muerte que sugieren que la conciencia podría persistir más allá del último latido. La eutanasia, dice, podría estar interrumpiendo un proceso profundo que aún no se comprende. Para ella, la muerte no es solo un apagón biológico, sino también un tiempo de reconciliación y sentido. La eutanasia puede parecer una salida, pero quizás sea una renuncia de una sociedad que ya no sabe acompañar.
La pregunta que plantea a los legisladores es contundente: «¿queremos ser una sociedad que mata para aliviar o una sociedad que cuida para dignificar?». Un llamado a la reflexión profunda sobre el valor de la vida en su más amplio sentido.
