¿Qué Aspecto Tenía Aquel Varón? – Reconociendo al Mensajero de Dios
¡Bienvenidos a «Mensajes del Reino»! es una alegría compartir este tiempo de reflexión en la Palabra de Dios. Hoy, nos sumergiremos en un pasaje quizás breve, pero con profundas implicaciones sobre cómo identificamos y respondemos a los mensajeros que Dios envía a nuestras vidas. Nos encontramos en el Segundo Libro de Reyes, capítulo 1, versículo 7.
Para ponerlos en contexto: el rey Ocozías de Israel ha sufrido una caída grave. En lugar de buscar al Dios de Israel, al Señor, envía mensajeros a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón, para saber si se recuperará. Pero Dios tiene otros planes. Envía a Su profeta, Elías, a interceptar a estos mensajeros. Elías les entrega un mensaje directo y severo de parte de Jehová: por haber consultado a un dios pagano en lugar de al Dios verdadero, Ocozías no se levantará de su lecho, sino que ciertamente morirá.
Los mensajeros, impactados, regresan al rey Ocozías mucho antes de lo esperado y le transmiten las palabras que han oído. Es aquí donde llegamos a nuestro versículo central. Escuchen con atención lo que dice 2 Reyes, capítulo 1, versículo 7:
«Entonces él [el rey Ocozías] les dijo: ¿Qué aspecto tenía aquel varón que encontrasteis, y os habló tales palabras?» (Puede usarse la versión que prefieras, como «¿Cómo era el hombre que los detuvo en el camino y les dijo semejantes cosas?» – NVI).
Una pregunta aparentemente simple, ¿verdad? «¿Qué aspecto tenía?» «¿Cómo era?» Ante un mensaje tan contundente, que sellaba su destino, la primera reacción registrada del rey Ocozías es indagar sobre la apariencia del mensajero.
No pregunta de inmediato: «¿De parte de quién viene este mensaje?» o «¿Qué autoridad tiene para decir esto?». No, su curiosidad inicial se centra en la forma, en el aspecto físico del hombre que se atrevió a pronunciar tal juicio.
Y esto nos lleva a nuestra primera reflexión de «Mensajes del Reino»: ¿Nos enfocamos más en el mensajero que en el mensaje?
A veces, Dios nos habla a través de las personas menos esperadas, o de formas que no encajan con nuestros preconceptos. Quizás el «mensajero» no tiene el título que esperamos, la elocuencia que admiramos, o la apariencia que consideramos «espiritual». Ocozías, al preguntar por el aspecto, estaba buscando una pista para identificarlo. Y cuando sus siervos le describen en el versículo 8 – «Un varón que tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinto de cuero» – Ocozías inmediatamente supo: «Es Elías tisbita».
Elías tenía una apariencia distintiva, sí, pero lo que realmente validaba su ministerio no era su ropa, sino la Palabra de Dios en su boca y el poder del Espíritu Santo respaldándolo.
Un segundo «Mensaje del Reino» que extraemos es sobre la importancia de discernir la fuente del mensaje. Aunque la pregunta de Ocozías es sobre la apariencia, subyace la necesidad de saber quién está detrás de esas palabras. Para nosotros hoy, ¿cómo discernimos si un mensaje viene realmente de Dios?
La Palabra de Dios, la Biblia, es nuestro principal filtro. ¿Se alinea el mensaje con las Escrituras? ¿Produce el fruto del Espíritu Santo: amor, gozo, paz, paciencia? ¿Nos lleva a una mayor dependencia de Cristo y a la obediencia a Su voluntad?
A veces, como Ocozías, podemos estar más preocupados por «quién lo dijo» o «cómo lo dijo» que por el contenido mismo y su origen divino. Podemos descartar una palabra de corrección, de ánimo o de dirección simplemente porque el «mensajero» no nos agrada o no encaja en nuestro molde.
Piensen en esto: Dios usó una burra para hablarle a Balaam. Usó a un joven pastor como David para ungirlo rey. Usó a pescadores para ser Sus apóstoles. El Señor no está limitado por nuestras expectativas humanas sobre quién puede ser Su portavoz.
La pregunta de Ocozías, «¿Qué aspecto tenía aquel varón?», nos invita a examinarnos.
¿Estamos buscando la voz de Dios en los lugares correctos?
Cuando la escuchamos, ¿la recibimos con humildad, sin importar el vaso que Él elija usar?
¿O nos quedamos en la superficie, en el «aspecto», perdiéndonos la profundidad y la urgencia del mensaje del Reino?
Ocozías reconoció a Elías por su descripción, pero tristemente, el reconocimiento no lo llevó al arrepentimiento. El mensaje de Elías, directamente de Dios, se cumplió.
Que nosotros, al escuchar los «Mensajes del Reino», no solo preguntemos «¿quién habla?», sino que, con un corazón dispuesto, preguntemos: «Señor, ¿qué quieres decirme?» y estemos listos para obedecer. Porque el mensaje de Dios siempre busca transformar nuestras vidas para Su gloria.
Te animo esta semana a estar atento. Dios puede hablarte a través de Su Palabra directamente, a través de una predicación, del consejo de un hermano maduro en la fe, o incluso de una circunstancia inesperada. No te enfoques tanto en el «cómo» o el «quién», sino en discernir si es el Señor hablándote, y si lo es, recibe Su mensaje con fe.
Gracias por acompañarnos en «Mensajes del Reino». Que la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo estén con todos ustedes. Les esperamos en nuestro próximo episodio para seguir explorando las riquezas de Su Palabra. ¡Bendiciones!
