La Voz Incómoda en la ONU: Cuando el Sexo Choca con el Género y la Política
La Cumbre de Derechos Humanos de la ONU, que se celebra anualmente en Ginebra, Suiza, es un espacio crucial para establecer recomendaciones globales en materia de derechos humanos. Sin embargo, los recientes meses de junio y julio fueron testigos de una controversia que ha cimbrado a la cumbre y al mundo entero, protagonizada por la jordana Reem Alsalem, actual Relatora Sobre la Violencia Contra las Mujeres y las Niñas.
La Declaración que lo Cambió Todo
En la presentación de su relatoría, Reem Alsalem hizo una declaración que resonó fuertemente: la identidad de una persona se define por su sexo y no por su género o auto percepción, reiterando que solo existen hombres y mujeres. Esta postura, que vino de una autoridad nombrada por la propia ONU, tomó a muchos por sorpresa y fue catalogada como una «incorrección política».
No contenta con eso, dos semanas después, Alsalem hizo pública una carta que había enviado al Secretario General de la OEA, Albert Randim, expresando su grave preocupación por la pretensión de establecer una oficina que promueva el «trabajo sexual». En su misiva, señalaba el gravísimo riesgo de alentar la trata de personas, el abuso inherente a la prostitución, e incluso la posibilidad de que esto dé lugar a la creación de «Estados proxenetas».
Estos posicionamientos de Reem Alsalem son vistos como una clara defensa de la mujer, desprovista de ideologías de derecha o izquierda. No obstante, desde la perspectiva de la ONU, que es descrita como la «gerencia internacional de la imposición de la agenda globalista de la ideología de género», estas declaraciones resultan profundamente «políticamente incorrectas».
Las Consecuencias: Un Recorte Presupuestario Alarmante
La reacción de la ONU a esta «voz incómoda» no se hizo esperar. La respuesta ha sido quitarle fondos a la relatoría de Reem Alsalem, asignándole el presupuesto más bajo de su historia. Para poner esto en perspectiva, las fuentes revelan una disparidad presupuestaria asombrosa:
• El Grupo de Trabajo Sobre Discriminación Contra Mujeres y Niñas recibió más de $4,536,000 dólares.
• La Relatoría de Orientación Sexual e Identidad de Género obtuvo $2,155,000 dólares.
• En contraste, la relatoría que dirige Reem Alsalem recibió apenas $1,162,000 dólares.
Esta diferencia no es casual; es el resultado directo de ser una voz incómoda y políticamente incorrecta para los propósitos de la ONU. Es un reflejo de cómo las instituciones internacionales pueden responder cuando sus propias autoridades desafían narrativas predominantes.
El seguimiento de esta crucial situación está siendo liderado por organizaciones como el Global Center For Human Rights, con el extraordinario trabajo de Sebastian Schulz, Neydi Casillas y Manuel Acosta, quienes proveen información puntual y seguimiento a este tema.
La historia de Reem Alsalem en la ONU es como un faro encendido en una densa niebla: aunque su luz pueda parecer tenue frente a la inmensidad de la institución, su brillo destaca una verdad fundamental, provocando un debate esencial y poniendo en evidencia las tensiones entre principios y agendas políticas. Su «incorrección política» es, para muchos, un acto de valentía que resalta la importancia de defender la identidad y los derechos desde una perspectiva que busca la claridad frente a la complejidad ideológica
