«La Otra Cara de la IVE en Uruguay: Un Grito por la Conciencia y la Vida»
La entrevista a Lucía Mesones, directora nacional del Centro de Ayuda de la Mujer, en el programa «Bajo La Lupa Contenidos», nos sumerge en una profunda reflexión sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en Uruguay, la falta de apoyo político a la asistencia pro-vida y un caso escalofriante que expone la deshumanización de algunos sistemas.
La Misión de Ayuda y Contención del Centro de Ayuda de la Mujer
Lucía Mesones y su equipo encarnan la «caridad» y el «amor al prójimo». Desde hace tiempo, el Centro de Ayuda de la Mujer ofrece **incansablemente y de forma gratuita consejerías en hospitales públicos y privados**. Su objetivo es brindar a las mujeres que se enfrentan a una IVE una «alternativa», una «opción» que no se les proporciona en el equipo de reflexión o interdisciplinario de los hospitales. Están ahí para la mujer «angustiada, desolada, desesperada, sola», no como un tema económico, sino como un acompañamiento integral. La intención no es «convencerlas», sino «informar, formar conciencia» y ofrecerles todas las herramientas y opciones, dándoles la libertad de elegir después de haber escuchado toda la información. Lucía subraya que el 80% de las mujeres que reciben opciones, acompañamiento y contención, deciden seguir adelante con el embarazo.
Críticas a la Ley de IVE y las Prácticas Hospitalarias
La entrevista revela fuertes críticas al funcionamiento de la ley de IVE y las prácticas dentro de los hospitales. Según Lucía, los equipos interdisciplinarios «no le cuentan» a la mujer que la IVE es un procedimiento que «no es para su salud sino que es para interrumpir la vida o el crecimiento de ese hijo dentro de su vientre» y que «va contra natura totalmente». Se denuncia que, en lugar de preguntar si la mujer está bien o por qué desea abortar, la primera pregunta que se les hace es «¿lo va a tener?», incluso a parejas felices.
Además, se afirma que en algunos casos se insiste a mujeres jóvenes sobre la responsabilidad de un hijo o incluso se les ofrece conseguir el aborto por fuera de las 12 semanas legales, con la promesa de ser atendidas si regresan con sangrado, sugiriendo una posible «cometa» para el personal de salud involucrado.
Existe una preocupación sobre la posible eliminación del equipo interdisciplinario y los «cinco días de reflexión», lo que convertiría el proceso en «express», sin dar la oportunidad a la mujer de reconsiderar o recibir ayuda. Lucía argumenta que los hospitales están «totalmente entrenados para no decir la palabra aborto» ni mencionar «secuelas ni heridas ni dolor».
La Frustración con el Ámbito Político y las Cifras Alarmantes
Lucía Mesones expresa una profunda decepción con la clase política. A pesar de que algunos políticos se han mostrado «pro-vida» y han participado en eventos como la «marcha por la vida», luego no actúan ni aprovechan los ofrecimientos gratuitos del Centro para establecer consejerías en hospitales. Esta falta de compromiso se percibe como una «farsa».
Se menciona la figura de Leonel Briozzo, subsecretario del Ministerio de Salud Pública, quien, a pesar del aumento de abortos desde 2020, «propone extender las semanas» para el aborto, un paso que, según Lucía, apunta a una legalización durante los 9 meses. Mientras tanto, las estadísticas muestran un descenso «sistemático» de la natalidad en Uruguay, con 4 años consecutivos donde «muere más gente de la que nace», lo cual es preocupante para un país con una población envejecida y tan pocos habitantes. Se compara con otros países donde se «paga para que tengan hijos», sugiriendo que la promoción de la natalidad debería ser una prioridad.
El Caso Escalofriante de las Bebés Mellizas: Un Grito por la Dignidad Humana
El punto más impactante de la entrevista es el relato de un caso reciente de «deshumanización» y «violación de la ley». Una pareja que esperaba mellizas perdió a sus bebés en la semana 21 de gestación. A pesar de que la ley vigente permitía a los padres reclamar los cuerpos de sus hijas para un sepelio, el hospital público se negó a entregar el certificado de defunción y, de forma inhumana, entregó los cuerpos de las bebas en una «caja de picnic» a sus padres, quienes tuvieron que llevarlos a casa. Este suceso obligó a la madre a guardar los cuerpos en un freezer mientras Lucía, desde su propia internación, movilizaba contactos para solucionar la situación.
El abogado del hospital supuestamente justificó la entrega de los cuerpos sin certificado aduciendo que la pareja «quería enterrar» y asumiendo que lo harían en su jardín sin que nadie se enterara. Lucía, documentando todo con grabaciones y fotos, enfrentó a las autoridades del hospital, quienes argumentaban problemas de «sistema» para emitir el certificado, a pesar de que las bebas cumplían con el requisito de semanas de gestación. Este caso, que está en juicio, expone la presunta existencia de un «mercado» de órganos y «ejemplares» en las semanas 20-21 de gestación, y la posible conexión de «gente que promueve el aborto» con este negocio. El hecho de que se nieguen los cuerpos y se les diga a los padres que son «desechos patológicos» es un dolor adicional para quienes ya sufren. Gracias a la perseverancia de Lucía y el apoyo de su familia y amigos, se logró que las bebés tuvieran una «cristiana sepultura».
La Batalla Espiritual y la Esperanza de la Humanidad
Lucía Mesones percibe esta lucha no solo como una «batalla cultural» sino como una «guerra espiritual», donde el «mal» existe y se manifiesta en la deshumanización. Critica a quienes parecen «pedazos de carne que repiten consignas» y no tienen «espíritu». Sin embargo, su enfoque es siempre «ir a lo positivo». Ella cree en la posibilidad de que aquellos que «hacen el mal se equivocan» y puedan «volver para atrás y pedir perdón y enmendar su error», como el caso de Sara Winter.
La resiliencia, la conciencia y la disposición a «ayudar al prójimo» son claves. Lucía no juzga a las mujeres que han pasado por múltiples abortos, sino que las acompaña y ayuda a «sanar». Su propio compromiso es un testimonio de «amor al prójimo humano» y de «respetar la dignidad del ser humano». En un contexto donde la sociedad parece «deshumanizarse», Lucía y su equipo son un recordatorio de que «hay humanidad, hay esperanza» y que el «bien siempre prevalece sobre el mal». La lucha por la vida es una «misión» que, a pesar del dolor, busca «darle sentido» y evitar que otros sufran.
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